Guadalaviar vuelve a tener un coto escolar, un espacio de monte que es propiedad de los niños, que en él aprenden a cuidar del medio ambiente y también la importancia que tienen en la Sierra las actividades vinculadas al ámbito forestal.
Guadalaviar vuelve a tener un coto escolar, un espacio de monte que es propiedad de los niños, que en él aprenden a cuidar del medio ambiente y también la importancia que tienen en la Sierra las actividades vinculadas al ámbito forestal. En los colegios la sensibilización ambiental es ahora una práctica habitual, pero en la serranía ya lo era a mediados del siglo pasado.
En los años 50, 60 y 70 los chavales ya tenían su propio coto al que acudían de paseo, regaban los pinos y se familiarizaban con la importancia que el monte iba a tener en sus vidas. Sus familias vivían de él y hubo décadas en las que el coto escolar tuvo incluso ganado. Varias decenas de vacas y ovejas que se arrendaban y con el dinero obtenido se financiaba el comedor escolar al que acudían todos los chavales. Eran los años de la posguerra y la alimentación gratuita era un aliciente fundamental para que las familias llevaran a sus hijos a la escuela.
En los años 60 el comedor desapareció: "La gente empezó a emigrar y al quedar menos niños se cerró", comentó el alcalde, Rufo Soriano, que fue uno de los niños que hizo uso del comedor escolar y aún recuerda "los quesos amarillos que mandaban como ayuda los americanos" y que se repartían entre los niños a las horas de las comidas. Está contento de que el colegio haya recuperado su coto porque ayudará a que futuras generaciones valoren el patrimonio natural que Guadalaviar tiene.
Ahora el coto escolar no tiene un objetivo económico sino de sensibilización. Por eso se han elegido 5.500 metros cuadrados de terreno forestal ubicados junto a la Fuente de la Cerraja, que cuenta con un espacio de recreo provisto de merenderos y columpios. Es una zona a la que las familias van mucho y el objetivo, como apuntó el agente de protección de la naturaleza de Guadalaviar y Villar del Cobo, Antonio Linares, es que los pinos plantados por los chavales estén en un lugar accesible para que puedan cuidarlos y ver cómo crecen.
Además, como matizó la guía del Museo de la Trashumancia, Humildad Martínez, la Cerraja era antaño una asamblea de ganaderos, "un lugar de entendimiento", espíritu que también es importante que perviva en la comunidad escolar.
En la plantada de pinos de ayer tomaron parte un total de 55 niños acompañados de 15 profesores de todo el CRA Sierra de Albarracín, que incluye las localidades de Terriente, Torres de Albarracín, Villar del Cobo, Guadalaviar, Terriente, Griegos, Tramacastilla, Noguera y Frías. A ellos se sumaron algunos niños de Albarracín que acudieron a título particular. La actividad fue organizada por el Museo de la Trashumancia con motivo del Día Internacional de los Museos que se celebra mañana día 18 de mayo. Este año han querido enlazarlo directamente con el lema, que es Museos y Paisajes Culturales, dada la vinculación que tiene el monte con un centro dedicado específicamente a las actividades ganaderas de la zona.
Antes de comenzar la plantación de los pinos el agente de protección de la naturaleza les explicó la importancia que tienen los árboles como generadores de oxígeno y para evitar la erosión. Los chavales, que venían de clase con la tarea aprendida, añadieron otras muchas funciones de los pinos y destacaron la importancia que tienen en la vida animal. Linares hizo hincapié en el interés que tiene que los chavales aprendan el cuidado de la naturaleza "porque después tendréis que enseñar a vuestros hijos y nietos", les dijo.
Cada uno de los participantes en la actividad plantó un pino y le puso un nombre. Había varios Pinochos y también muchos inspirados en la bóveda celeste, como luna, estrella, luna roja o sol. Otros se decantaron por nombres vinculados a parajes de su pueblo y también las princesas se hicieron un hueco en el paraje de la Cerraja. La jornada concluyó con una comida a base de gazpachos de pastor, un plato típico de los serranos que, sin embargo, muchos de los asistentes no habían probado nunca antes.
Silvestres y negrales
Los chavales plantaron pinos silvestres, que son los autóctonos del terreno y requieren mucho frío y nieve, pero también negrales ya que, como explicó Antonio Linares, se trata de una especie que aguanta más la sequía y el calor, algo a tener en cuenta por el cambio climático. De hecho el forestal precisó que en Guadalaviar nunca ha habido procesionaria hasta este año, que detectó bolsas en La Muela. "Los salvó que hizo frío tarde", sentenció. Sin embargo, los pinos que han crecido de forma silvestre están dañados por el muérdago y otras plagas y necesitan una renovación que se está llevando a cabo poco a poco a través de reforestaciones.
A la presentación del acto acudieron varios representantes institucionales, entre ellos el presidente de la Comarca Sierra de Albarracín, Pascual Jiménez, y la presidenta de la Comunidad de Albarracín, Rosa Sánchez. La responsable, que participó en la plantada de árboles y en la comida posterior, destacó que el objetivo principal de la iniciativa es "velar" por unos montes que son el "principal recurso económico" de la serranía tanto a nivel de aprovechamientos forestales como micológicos y de caza. Además, destacó que es "el mejor potencial a nivel turístico". Rosa Sánchez insistió en que la Sierra de Albarracín es el "pulmón de Aragón" y el principal productor forestal de la Comunidad Autónoma.
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